POLITICA ECOLÓGICA
De la política como ciencia práctica que se ocupa del buen
gobierno se espera que cuide el mundo de la vida y la convivencia
entre sus habitantes, que fomente la salud pública y defienda el
medio ambiente: el clima físico que comparten los humanos con
los seres vivos y el clima espiritual y cultural que se cierne
sobre ellos.
“Ecología” es una palabra compuesta de dos
vocablos griegos: oikos ( que
significa “casa” o lugar donde se vive) y logos
( que quiere decir “ciencia” o “discurso” sobre
algo ) La ecología aplicada -
lo mismo que la política práctica- actúa al servicio de una
ética pública y nos compromete a cuidar la casa común, la
convivencia humana y el equilibrio entre las especies que nacen y
crecen en el mismo territorio.
Llamo Política
ecológica a la que tiene por
objeto de estudio y de cuidado la vida que sustenta la misma
tierra y protege la misma “casa” con sus habitantes. Como
ciencia práctica ha de ser también ella una buena práctica. Un
ministro de medio ambiente no es político ecologista si se preocupa
del cambio climático y combate solo, por ejemplo, los pesticidas
que contaminan la tierra. Es ecologista en la práctica si lucha
contra la contaminación en general y defiende la diversidad de la
vida y su calidad en todos sus niveles. Si se preocupa incluso y se
ocupa de luchar - ¡por supuesto,faltaría más!- contra la
perversión de la política, la corrupción de los políticos que
tanto molesta a los ciudadanos y la de éstos cuando van a su bola
y les importa un bledo la vida de los demás. La actividad de los
“políticos” y de los ciudadanos - que lo son también como
miembros del pueblo soberano- ha de ser muy respetuosa con el
mundo de la vida y la vida del mundo. De lo contrario es peor que la
enfermedad que finge combatir: el ataque de un virus enemigo
infiltrado, una contaminación radical.
Aquí y ahora es el punto y el momento de conexión con el mundo
que hay y con la historia que acontece con nosotros y nunca sin
nosotros. Nadie está en el mundo sin estar aquí y ahora donde
tiene el cuerpo. No como sujeto responsable, se entiende. Porque uno
puede estar en casa sin estar para nadie. O andar por ahí perdido,
enredado y enredando por las nubes, por los cerros de Úbeda como
se cuenta de un rey ocioso o en la higuera como se dice de un
pobre diablo. Estar aquí en concreto significa estar a la vez en
todo, comenzando por aquello que nos toca y concierne más de todo
el mundo: es estar en conexión y compromiso con lo que crece a
nuestro entorno. “Concreto” es una palabra que viene de
“concretus”, participio del verbo latino “concréscere” que
significa “crecer con otros”. Una política ecológica no es
posible sin estar en casa, atentos y ocupados en el cultivo del
propio huerto, de la tierra que habitamos y de la que formamos parte
como parcela de la humanidad que es la finca sin valla ni fronteras
para un nosotros cada vez más amplio.
Concreto no quiere decir cerrado, recluido, retraído y enrollado.
Ni enterrado en el hoyo del propio interés, que eso es estar muerto
en la fosa y sin salida. Concreto es lo que se siembra para
comenzar, lo que rompe y salta, lo que crece y “muestra en
esperanza el fruto cierto”, la tierra que cumple en la cosecha.
Nada más concreto que la agricultura. Pero si es concreta la vida
vegetal y su cuidado - la huerta de Zaragoza, por ejemplo - , no lo
es menos la vida humana y ciudadana que es convivencia entre
vecinos. Y el cuerpo social que no tiene raíces como los árboles
pero sí plantas, y no ruedas para resbalar sobre el asfalto a toda
velocidad sin saber donde está ni de donde viene.
Una política ecológica es tal si se ocupa en concreto de la
convivencia y del mundo de la vida con responsabilidad. Cara a cara
y sin intermediarios a ser posible, que lo es cada vez menos cuanto
más abarca huyendo hacia delante. Para llegar lejos hay que
abrirse en principio a todo el mundo comenzando aquí y ahora, sin
despegarse de la realidad inmediata que nos rodea. No para
quedarse con los más allegados sino para caminar con ellos, que no
es el camino lugar para quedarse sino la casa que existe cuando se
hace. Por eso hay que abrirse y estar aquí caminando. En vez
de dar vueltas sin salir como Pedro por su casa,
haríamos bien en ocuparnos de lo que más importa sin alejarnos de
la realidad. Y por tanto de todo el mundo, empezando en consecuencia
por lo que nos toca. ¿Dónde haremos en éste mundo lo que
debemos si no lo hacemos aquí y ahora y andamos por ahí sin
parar ni reparar en nada? ¡Pues eso!
Publicado en El Periódico de Aragón (1-11-2017)
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