lunes, 10 de julio de 2017

Sistema social de consumo



LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA


Se dice que “de gustos no hay nada escrito” No es cierto. Es además una contradicción en los propios términos. No menor que afirmar uno que no sabe nada, siendo así que sabe al menos que nada sabe. Lo que no es moco de pavo sino el colmo de la sabiduría humana como pensaba Sócrates.


De los gustos no solo se ha escrito lo que yo acabo de escribir sino bastante más de lo que se lee. Se ha dicho por desgracia más de lo que se escucha y, por supuesto, menos de lo que traga la gente sin pensar en lo que oye. Pero no es de eso de lo que quería hablar, de lo que se dice o escribe sobre el gusto y de lo que da que pensar, sino del disgusto o del mal gusto de la gente en el consumo de otra clase de pienso: ya sea éste para el cuerpo que engorda sin conocimiento, para el alma que adelgaza sin saberlo hasta desaparecer o para el espíritu que se evapora al respirar un ambiente contaminado que lo está matando. El consumismo, esa droga, es lo que me lleva a pensar sobre la pescadilla que se muerde la cola. La que guisaba mi madre y a mi tanto me gustaba, la que me gusta todavía hasta chuparme los dedos cuando la como.



Pero no teman , que no voy a meterme con la manía gastronómica que está hoy en ascenso. No en particular , aunque también ya que del gusto se trata y de sabores; es decir, de sabiduría incluso. Aunque la filosofía - perdona, amigo el inciso y la advertencia- está de vacaciones o, mejor, en paro. No menos que la historia y las humanidades, aquella se consume – en el teatro del mundo en que vivimos hay más figurantes y público sentado que ciudadanos activos- y no se hace y las humanidades apenas se cultivan hoy en la huerta de Zaragoza de donde acabo de llegar y a donde voy de vez en cuando a pelar cebollas por no llorar. Así que hablaré del consumo en general. Ya sea del besugo al horno o del ternasco de Aragón, de pescadilla de ración o sardinas de Santurce que también son muy sabrosas, y de otros gustos o disgustos que nos proporciona lo que no entra por la boca: lo que nos venden y nos llega a lo más hondo, a las entrañas, por otros conductos sin pasar por la cabeza y el corazón que tiene también sus razones que olvidamos.



El sentido común , sin la sensatez del hombre en su punto -y de la mujer, claro- no hace de suyo a personas cabales. No las hace de buen gusto como quería Gracián, nuestro paisano. Y es entonces, cuando menos se piensa y porque no se piensa, que salta el placer o el agrado por casualidad en un momento dado. Y con frecuencia, por necesidad, cuando sale el tiro por la culata y mata al consumidor o lo consume.



La pescadilla que se muerde la cola la tomo aquí en sentido figurado, que es así como da qué pensar y aún para escribir aunque no le dé a uno para comer. Así entendida, la pescadilla que se muerde la cola es un círculo vicioso en sana lógica en el que el principio y el fin son intercambiables. Es como el huevo y la gallina. El problema en la práctica es saber que es lo que hay y quien es el amo, no qué fue lo primero y lo que vino después. Pescadilla o gallina, ese círculo, aplicado al sistema o sociedad de consumo en la que vivimos, es para unos – los que todo lo venden- un buen rollo y hasta un círculo virtuoso. Lo que no quita que sea para la mayoría de los consumidores un placebo a veces, un círculo vicioso muchas y con frecuencia un mal rollo.



Lo que quiero decir con esa metáfora es sencillamente que comemos o consumimos lo que nos venden, que es lo que producen para vender; o a la inversa que viene a ser lo mismo: que se vende y se produce lo que más se consume. Los que venden crean el gusto y lo satisfacen con lo que producen a mayor beneficio, mientras que los clientes solo se sienten satisfechos si consumen más de lo que todos quieren consumir. La oferta y la demanda son la cabeza y la cola del sistema. Lo de menos es por donde comienza sino como se acaba...., o acabamos: la mayoría, la clientela, en una dependencia estructural y la minoría en una ambición estúpida sin fronteras.












No hay comentarios:

Publicar un comentario