jueves, 22 de diciembre de 2016

VI Foro de la Asociación Wirberto Delso


De izquierda a derecha:  El alcalde de Favara, P. Domenech ; los ponentes
Joan Carrera S.J. y Juan Calos Monedero, con  el moderador del debate y autor de este artículo
publicado en El Periódico de  Aragón



¿POPULISMO PROGRESISTA?

El pasado sábado se celebró en Favara el VI Foro de Debate de la Asociación Wirberto Delso. Para quienes no sepan quién fue Wirberto, les diré que un cura obrero de mi pueblo que se hizo casi tan famoso en aquel tiempo antes de la Transición, como llegaría a serlo después de ella en éste ya posmoderno una vecina de Borja por restaurar una imagen del “Eccehomo” otrora venerado en el lugar y ahora visitado por turistas. Casi tan famoso, digo, pero con méritos desiguales y motivos muy distintos.


 Wirberto se las hubo con un un reto en absoluto estético sino ético y político que le llevó a enfrentarse con el ordinario que era a la sazón arzobispo de Zaragoza, procurador en en Cortes y miembro del Consejo del Reino y sería después de la muerte de Franco nada menos que uno de los tres del Consejo de Regencia. La asociación que lleva su nombre, el de Wirberto, reúne a viejos compañeros que le recuerdan y algunos jóvenes que han oído hablar de él. La misma que organiza por estas fechas un foro de debate sobre problemas de actualidad, que en la última edición ha sido la creciente desigualdad social en el mundo - el abismo entre ricos y pobres - y las otras que se producen humillando y rechazando a los otros que no pertenecen al grupo. La injusticia y la intolerancia son la causa de una situación donde cada quien va a lo suyo y nadie apenas al bien común. Eso es lo que parece o lo que pareció ser al menos la opinión compartida entre los numerosos asistentes al foro en el que me tocó la difícil tarea de moderar el debate después de la exposición de sendas ponencias.
La primera fue presentada por el jesuita Joan Carrera, licenciado en medicina y doctor en teología, del Centro de Estudios que publica periódicamente los cuadernos de Cristianisme i Justicia. Y la segunda por Juan Carlos Monedero. No es mi intención ni viene al caso reseñar aquí el contenido de ambas. Solo diré que entre una y otra hubo una coincidencia en algunos puntos que considero importantes: la profundidad de la crisis en que estamos metidos o el abismo que se abre entre unos pocos y el resto de los humanos; la complejidad de la situación que aumenta al confluir las diferencias culturales en en un espacio sin fronteras impermeables; y , por último y no obstante, un mismo clima dominante sobre el pueblo en todas partes alienado. Reducidos a un individualismo feroz y convencidos de que nada podemos hacer ni vale la pena para cuatro días que vivimos, cada quien huye de la historia y sobrevive mientras puede en su agujero. El sistema se reproduce en los individuos convertidos en mercancía, como todo, y clientes que la consumen: neo-liberales que no lo saben ni contestan, en un mundo donde la gratuidad no cuenta y la gente confunde valor y precio como dijo Machado del necio.

Monedero apeló, en este contexto, a la conciencia y a los buenos sentimientos, al corazón. Y Joan Carrera a los valores, a una ética mínima fundada en valores de hecho universalmente admitidos en todas las comunidades históricas o proclamados al menos. Ambos me parecieron aproximarse entre sí y al pueblo en general apelando más al sentimiento consentido que a la razón común. Y solo desde este punto de vista me parecieron populistas, mas atentos a salvar la diversidad cultural sin menoscabo del sentido comunitario que al patriotismo constitucional o humanista de una sociedad moderna. El ecumenismo insinuado entre los seres vivos me sonó entonces como un ecologismo de fondo que, al poner al hombre en la naturaleza, apelaba más a la compasión que a la responsabilidad específica de cuidarla.

Sea lo que fuere de mi interpretación, posiblemente sesgada, sintiéndome uno de tantos en la misma sala y con la venia de todos los asistentes, hice una pegunta a Monedero sobre el populismo. Quien me respondió amablemente que hay uno conservador y otro progresista. Que una cosa es el de Trump y otra muy distinta el suyo o el de Podemos. Que la apelación a la razón humana y al consenso, al diálogo o palabra con la que los hombres se entienden hablando no mueve a la gente. Que se necesita poner pasión y sentimiento en las palabras, que la pura razón es fría. Y pensé, al llegar a casa que debo estar dispuesto a caminar con todos....sin dejarme llevar por nadie. Que la Verdad nadie la tiene y mi verdad está en camino como la tuya, compañero. Que donde acaba la certeza del camino hecho para bien o para mal, se levanta el pie del camino por hacer. Y a eso le llamo fe o confianza, algo muy personal que podemos compartir como el pan las personas. Y cuando no se comparte se endurece y se convierte en una maldición. Ni más ni menos que dejarse llevar unos, la ovejas, o vivir de ellas los pastores. ¿Populismo progresista? No, gracias. Con su pan se lo coma quien lo ofrece.

José Bada
19-12-2016


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