miércoles, 19 de octubre de 2016

"BULLYING"


SALVAR LAS DIFERENCIAS




El cuco es un pájaro de cuidado que deposita los huevos en nido ajeno. Más de cien especies son víctimas de este pájaro, que se la juega incluso a los gavilanes. Los huevos de la pájara imitan a los que encuentra en el nido, eclosionan antes que éstos y los cuclillos salen más grandes del cascarón. Los intrusos echan de casa fácilmente a los naturales y se hacen con la comida y el cuidado que no les toca. A esta conducta de puesta se la conoce como parasitismo y es todo lo contrario de la hermandad animal o natural y , por supuesto, de la fraternidad social o ciudadana. Valga la licencia que me tomo.





Al pensar en eso que llaman acoso escolar o “bullying” para que me entiendan – aunque las palabras en inglés cuando se habla en castellano me suenan muy mal y me saben peor que las hamburguesas- me he acordado del cuco pardal y de una anécdota que les paso a contar: Mi sobrina tendría entonces doce años, quizás menos, sus padres vivían en el pueblo y ella estaba con sus hermanos en mi casa y estudiaba en un colegio de Zaragoza. Un día le advertí que no se dejara llevar por la conducta de los otras niñas y la animé a ser libre y responsable. Ella me replicó preguntándome “por qué razón no podía ser como las demás”. No recuerdo lo que le dije, pero sí que se enfadó y no le sentó nada bien.


Ser como los demás en un grupo y por supuesto en la escuela facilita la integración colectiva, uno es como todos, y todos como cualquiera: no hay diferencias, y si las hay se allanan desde arriba o se ignoran. Los alumnos son entonces títeres sin cabeza, o con la misma cabeza que es lo mismo. Y su conducta sigue rodada y vestida de uniforme en los colegios. Cuando nadie llama la atención ni reclama especial cuidado, se puede impartir cómodamente una formación a granel. Y el producto de marca sale con denominación de origen con tal industria. Pero esto no solo es muy aburrido sino una burrada. Porque en la variedad está el gusto...y la dificultad. Y bien mirado es también imposible en realidad de verdad, un engaño apenas que se descubre al final cuando los cucos se hacen sitio y la fuerza bruta se impone. Cuando los diferentes no atraen el cuidado que merecen de los educadores, la diferencia se castiga también por abajo y concita la violencia bruta de los iguales.



Donde la mayoría quieren ser como los demás aunque no lo sean, los cucos se aprovechan con astucia de los iguales por naturaleza. Y estos, que lo son de nacimiento, odiarán ser diferentes por miedo a la libertad, a la responsabilidad y al acoso de los otros compañeros del montón. Pensando - es un decir – que la unidad hace la fuerza, los débiles se refugiarán naturalmente en el colectivo. Y abandonaran por sistema al disidente.



Ser como los demás en el colegio facilita el orden y la disciplina, como el uniforme en el cuartel; es decir, la instrucción. Esto es así cuando se aplica, desde arriba, la voluntad del ordeno y mando y se enseña lo que está mandado y solo por eso. Otra cosa es cuando los maestros tienen autoridad y la ejercen, cuando se cuidan y cuidan personalmente a los alumnos, cuando les sirven y respetan sus derechos, su dignidad , su carácter y sus diferencias: cuando las salvan. Que eso es educar a los ciudadanos para la libertad, la igualdad ante la ley y la fraternidad entre personas humanas. Y lo contrario instrucción de soldados rasos, la mayoría; adiestramiento de los cuadros para el mando, y fomento no deseado del acoso escolar. Cuando no se educa para la libertad y desde la libertad, se instruye para la guerra. No se educa para la paz y la fraternidad de los seres humanos. Y como es natural para el peor uso de la fuerza que viene en sustitución de la palabra.



La publicidad que incita al consumo inmediato y asalta a los incautos con ofertas irresistibles a pedir de boca, sustituye a la razón por el estímulo y a la voluntad reflexiva por la respuesta espontánea del instinto. Y con el mismo afán con que se traga uno lo que apetece a todos reclama lo que quiere y agrede a quien lo impide. Una mayoría embrutecida, satisfecha pero mal alimentada y ayuna en valores inmateriales, es proclive a la anorexia espiritual y a la bulimia que causa la obesidad mórbida. Lo que explica en parte el acoso escolar a los diferentes por su aspecto y a los más excelentes por su cultura y formación personal. Educar es, sin embargo, salvar las diferencias. En modo alguno arrasarlas por arriba los malos maestros o rechazarlas por abajo los peores compañeros.


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