SALVAR LAS DIFERENCIAS
El cuco es un pájaro de
cuidado que deposita los huevos en nido ajeno. Más de cien
especies son víctimas de este pájaro, que se la juega incluso a los
gavilanes. Los huevos de la pájara imitan a los que encuentra en
el nido, eclosionan antes que éstos y los cuclillos salen más
grandes del cascarón. Los intrusos echan de casa fácilmente a
los naturales y se hacen con la comida y el cuidado que no les toca.
A esta conducta de puesta se la conoce como parasitismo y es todo
lo contrario de la hermandad animal o natural y , por supuesto, de
la fraternidad social o ciudadana. Valga la licencia que me tomo.
Al pensar en eso que
llaman acoso escolar o “bullying” para que me entiendan –
aunque las palabras en inglés cuando se habla en castellano me
suenan muy mal y me saben peor que las hamburguesas- me he acordado
del cuco pardal y de una anécdota que les paso a contar: Mi sobrina
tendría entonces doce años, quizás menos, sus padres vivían en
el pueblo y ella estaba con sus hermanos en mi casa y estudiaba en un
colegio de Zaragoza. Un día le advertí que no se dejara llevar por
la conducta de los otras niñas y la animé a ser libre y
responsable. Ella me replicó preguntándome “por qué razón no
podía ser como las demás”. No recuerdo lo que le dije, pero sí
que se enfadó y no le sentó nada bien.
Ser como los demás en
un grupo y por supuesto en la escuela facilita la integración
colectiva, uno es como todos, y todos como cualquiera: no hay
diferencias, y si las hay se allanan desde arriba o se ignoran. Los
alumnos son entonces títeres sin cabeza, o con la misma cabeza que
es lo mismo. Y su conducta sigue rodada y vestida de uniforme en los
colegios. Cuando nadie llama la atención ni reclama especial
cuidado, se puede impartir cómodamente una formación a granel. Y
el producto de marca sale con denominación de origen con tal
industria. Pero esto no solo es muy aburrido sino una burrada.
Porque en la variedad está el gusto...y la dificultad. Y bien
mirado es también imposible en realidad de verdad, un engaño
apenas que se descubre al final cuando los cucos se hacen sitio y la
fuerza bruta se impone. Cuando los diferentes no atraen el cuidado
que merecen de los educadores, la diferencia se castiga también por
abajo y concita la violencia bruta de los iguales.
Donde la mayoría
quieren ser como los demás aunque no lo sean, los cucos se
aprovechan con astucia de los iguales por naturaleza. Y estos, que
lo son de nacimiento, odiarán ser diferentes por miedo a la
libertad, a la responsabilidad y al acoso de los otros compañeros
del montón. Pensando - es un decir – que la unidad hace la fuerza,
los débiles se refugiarán naturalmente en el colectivo. Y
abandonaran por sistema al disidente.
Ser como los demás en
el colegio facilita el orden y la disciplina, como el uniforme en el
cuartel; es decir, la instrucción. Esto es así cuando se aplica,
desde arriba, la voluntad del ordeno y mando y se enseña lo que
está mandado y solo por eso. Otra cosa es cuando los maestros tienen
autoridad y la ejercen, cuando se cuidan y cuidan personalmente a
los alumnos, cuando les sirven y respetan sus derechos, su dignidad ,
su carácter y sus diferencias: cuando las salvan. Que eso es educar
a los ciudadanos para la libertad, la igualdad ante la ley y la
fraternidad entre personas humanas. Y lo contrario instrucción de
soldados rasos, la mayoría; adiestramiento de los cuadros para el
mando, y fomento no deseado del acoso escolar. Cuando no se educa
para la libertad y desde la libertad, se instruye para la guerra. No
se educa para la paz y la fraternidad de los seres humanos. Y como es
natural para el peor uso de la fuerza que viene en sustitución de la
palabra.
La publicidad que incita
al consumo inmediato y asalta a los incautos con ofertas
irresistibles a pedir de boca, sustituye a la razón por el estímulo
y a la voluntad reflexiva por la respuesta espontánea del instinto.
Y con el mismo afán con que se traga uno lo que apetece a todos
reclama lo que quiere y agrede a quien lo impide. Una mayoría
embrutecida, satisfecha pero mal alimentada y ayuna en valores
inmateriales, es proclive a la anorexia espiritual y a la bulimia que
causa la obesidad mórbida. Lo que explica en parte el acoso
escolar a los diferentes por su aspecto y a los más excelentes por
su cultura y formación personal. Educar es, sin embargo, salvar las
diferencias. En modo alguno arrasarlas por arriba los malos maestros
o rechazarlas por abajo los peores compañeros.
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