¡Qué vergüenza!
Francisco
ha acogido en el Vaticano a dos familias que no tenían donde
refugiarse. Me pregunto qué pasaría si le imitaran los obispos
europeos que viven solos en sus palacios.
Y no digamos ya si en cada
parroquia se acogiera a una sola familia de refugiados. ¿No sería
bonito? ¡Sería la hostia, el colmo, una gracia, una alegría a
rebosar: vendría Dios a vernos! Una ONG aragonesa ha propuesto
repoblar Aragón con refugiados. Aquí sobran casas parroquiales que
están vacías, mientras faltan niños en los pueblos y se cierran
las escuelas. ¿Tan difícil es comenzar abriendo esas casas a los
refugiados ? Tan difícil como fácil es al parecer recitar: "Oh
Señor, yo no soy digno de que entres en mi morada” o proclamar
para todos a bombo y platillo los derechos humanos desde Europa
mientras se da con la puerta en las narices a quienes necesitan
entrar en ella
!Qué vergüenza!
!Qué vergüenza!
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