SOBRE LA EDUCACIÓN
Es fácil hacer un hijo, difícil
hacer un hombre y más aún hacerse hombre o mujer; esto es, una
persona.
Lo primero es cosa de un instante para
el hombre, seguido de nueve meses de embarazo para la mujer. Lo
segundo cuesta a los padres muchos años. Y lo tercero, hacerse
hombre o mujer, quiero decir una persona, cuesta a cada uno la vida
entera.
Pero los costes no se miden solo por el
tiempo, que el tiempo Dios lo da. Ni por el dinero, que también.
Sino por la dedicación, que tiene un límite.
Aunque todo es nada si no hay amor.
Pero el amor no se cobra ni se paga, es gratuito. Y no tiene medida.
Gratis se recibe y gratis se da. Es el
colmo de la justicia, la excelencia de la persona y el exceso de la
vida: el triunfo sobre la muerte y el egoísmo.
La persona educada sale de sí y se
encuentra en nosotros.
El padre, la madre y el hijo, son tres
en uno si son personas. Y uno para todos los otros, hasta que todos
seamos nosotros.
Para eso se necesita no ya toda la vida
sino toda la historia.
Lo contrario de la educación es dejar
que pase el tiempo sin que pase nada, como si todo estuviera hecho
al hacer un hijo.
Pero entonces con los años se
envejece, y eso es todo y todo es nada.
Todos los niños al nacer tienen cara
de viejos. Y en eso nos quedamos todos si pasan los años sin
hacernos personas.
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