jueves, 15 de octubre de 2015

SECULARIZACIÓN INACABADA


DESAMORTIZACIÓN CULTURAL




El grupo de PODEMOS en las Cortes de Aragón se ha propuesto solicitar el apoyo del pleno para instar al gobierno socialista que inste a su vez por vía judicial la anulación del registro de la catedral de Jaca realizado recientemente por el Obispado jacetano y reclame su titularidad como bien de dominio público para disfrute de los ciudadanos. Un partido político como Podemos hace siempre lo que puede, por supuesto; obviamente con frecuencia lo que debe , y el ridículo de vez en cuando.




Escribo estas líneas sin perder de vista el “evento” de la Ofrenda que sigo a ratos desde mi ventana y en directo por los medios de comunicación. Escuché también y vi el sábado pasado el pregón por la misma pantalla desde el sofá, cómodamente, puesto en escena en el balcón del ayuntamiento según el protocolo previsto para el acto que permitía y permitió en efecto una liturgia laica y una interpretación de las fiestas de la Virgen del Pilar: “los pilares”, como si se tratara de un festejo profano a “las pilares” de Aragón. No obstante veo hoy y me complace ver en la Ofrenda al alcalde y al consejero de Cultura, felices ambos entre la gente, y al mismo pueblo crecido y recrecido con flores a María en la misma plaza y con igual entusiasmo que en el pregón. Celebro la enmienda de nuestros ediles, que han sabido estar aquí, sin confundir el culo con las témporas o el Estado laico con la sociedad real que no es laica sino plural y pluralista como deseo en el mejor de los casos. Y opino que no ha sido para hacer votos por devoción, ni pensando en los votos por afición.



Lo que no entiendo, por otra parte, es la iniciativa política de reclamar como bien cultural de dominio público la catedral de Jaca. No menos que el ya manido y fracasado intento de intervenir los políticos en el conflicto de los bienes de la Franja. Es un asunto de la Iglesia, eso creo. El Papa sabrá lo que hace en su casa y con su pan se lo coma, o con los suyos. Reivindicar desde el gobierno esos bienes para Aragón no solo supone una confusión anacrónica de lo divino y lo humano, sino incluso - y esto me parece lo más grave- un desprecio de la cultura que esas obras de arte representan y un mezquino aprecio de los objetos que se codician. Me recuerda lo que me dijo un compañero, a la sazón alcalde socialista y diputado de la Provincial de Zaragoza, respecto a lo que deberían hacer con la ayuda de la Diputación General: traer de nuevo a los monjes a Veruela para que cantaran gregoriano y promover así el turismo de la zona. ¿Qué se quiere hacer con la catedral de Jaca, para qué la quieren? Si la quieren para que canten los canónigos, ya está bien como está. Mejor así que una jaula vacía. Y un parque temático con figurantes incluidos siempre será más atractivo que un museo. Cosa distinta son los privilegios fiscales de la Iglesia en España y los acuerdos con el Vaticano no menos anacrónicos que los avalan, todavía vigentes, y que deberían sin duda revisarse.



El término “desamortización” se refiere a una política que libera de las manos muertas los bienes inalienables para que entren en el mercado. Pero hablando de la Iglesia y de sus bienes el término se extiende a las personas, a las costumbres, a los valores, a las ciencias, a la cultura, a la política y al mundo en general que se emancipa de su dominio para entrar en razón con plena autonomía. En cuyo caso, a mi juicio, es preferible hablar de “secularización”. No obstante hay quien utiliza indistintamente los dos términos, como es el caso de J. Habermas. Quien por cierto habla de la desamortización del cristianismo o de una secularización inacabada. Entendida ésta como un proceso de transferencia de contenidos preferentemente éticos y de motivación moral de las comunidades cristianas al mundo, y de emancipación del mundo de las iglesias y asimilación racional de dichos contenidos cristianos. La compasión, el perdón, la opción por los pobres, la justicia pendiente que se debe hacer a las víctimas de la historia, la esperanza contra toda esperanza ... son contenidos de una tradición judeo-cristiana con vocación humana universal todavía no asimilados plenamente ni de lejos. Por otra parte una democracia deliberativa y participativa realmente existente no será posible mientras sufra bajo la ley y la proclamación formal de los derechos humanos, un déficit de motivación en los ciudadanos para ser moralmente justos o “religiosamente” responsables. Esa es la cultura que hay que desamortizar. Es el alma de la Iglesia, querer otros bienes es codiciar su cuerpo. Y entregar el alma es desvivirse, pero eso es para la Iglesia vivir y lo contrario quedarse muerta.



En una sociedad postmoderna - o postsecular, como dice Habermas- es igual de malo negarse al diálogo con las religiones y en España concretamente con la cristiana como hacen los laicistas, que resistirse a una continua secularización y enrocarse como están haciendo demasiadas veces los obispos de la Iglesia Católica en este país.



14-10-2015
























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