jueves, 27 de agosto de 2015

DESDE MI VENTANA , 48


MÁS CÍNICOS O MÁS HONESTOS





La buena voluntad no la producimos en los otros, ni la damos a nadie. ¿Qué sentido tiene entonces reclamarla a todos sin poder hacer que la tengan?


 Ni la iglesia, ni la escuela, ni la familia, ni los mejores gobiernos producen la buena voluntad. Un buen amigo nos dará la mano y acaso el ejemplo. Nunca el empujón. La gente pasa, o no: empuja, critica, algunos son unos pesados y hasta predican. ¿No es el espacio público el más duro de los desiertos imaginables para estos sermones? Hablemos de otra cosa. Y sin embargo hay testimonios de una bondad ejemplar que se muestra sin imponer nada y que no hace nada en nosotros salvo comprometernos en lo más hondo. En esa situación no somos mejores ni peores, esa es la verdad. Pero también es cierto que ante la bondad manifiesta solo podemos ser ya más cínicos o más honestos.


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