viernes, 19 de junio de 2015

TURISMO VIRTUAL


NO PIENSO IR AL PASADO VIRTUALMENTE

En la Edad Media la Iglesia prohibía la usura afirmando que “el tiempo Dios lo da ” y por tanto no es lícito cobrarlo en intereses a los prestatarios. De modo que lo justo era devolver a los prestamistas el dinero ,eso sí, puntualmente y a plazo fijo pero sin intereses.


Razón por la cual fueron los judíos, que no los fieles, los primeros banqueros que financiaron en España las empresas de reyes católicos y en general de todos los paganos, es decir, de cuantos podían y estaban dispuestos a pagar intereses por el dinero prestado. Con lo que la moneda de cambio en el mercado se convirtió en mercancía y la banca en un buen negocio. Los moralistas argumentaron entonces que el dinero también “trabaja”, que ya es decir, y siendo rentable para el prestatario no sería justo que lo fuera solo a costas del lucro cesante del prestamista.


Uno se acuerda aquí inevitablemente del dicho popular: “Si pierdes la cartera, que no se la encuentre un moralista”, suponiendo que los moralistas son expertos en justificar lo que les interesa. Consideraciones al margen, lo que sucedió entonces fue que el tiempo que daba Dios se convirtió en oro -con licencia eclesiástica-en manos de los hombres. Y el tiempo que no se vende ya sea del trabajador en paro o del capital ocioso, en tiempo perdido. Hasta que también el ocio entró en el negocio y se transformó en en ocupación lucrativa para unos, los de la industria del entretenimiento, y satisfacción para clientes aburridos que no pueden pasar sin matar el tiempo.
En una sociedad de mercado se llega a una situación en la que, al parecer, nada vale si no se vende y lo que vale es el precio. El capital vale lo que rinde, y el trabajo lo que a uno le pagan. Pero ya dijo Machado que “solo el necio confunde valor y precio”. Y Kant que “las personas no tienen precio como las cosas, sino dignidad” y que ese es su valor. No un valor de cambio, porque el hombre es un fin en sí y nunca un medio que podría sustituirse por otro. La persona vale por lo que es. Uno puede perder su trabajo o no tenerlo. Son millones los que no lo tienen, y no es que estén en la reserva esperando que les llamen otra vez al frente. Cada vez se necesitan más oficiales especializados, de carrera, sobra mano de obra y se licencia a los reclutas: no se les envía a la reserva. Pero aunque no haya trabajo para todos o no lo tengan, todos tienen dignidad y derecho a la vida. En cambio el que solo tiene dinero porque se vende tiene un precio y, aunque trabaje, pierde su dignidad. Más le valdría ganar tiempo libre y poner su dinero a trabajar. Y más aún trabajar libremente, sin venderse. Y sobre todo actuar libremente, que vivir no es trabajar y el que solo trabaja es un esclavo.
Soy un jubilado sin agenda ni obligaciones, hago lo que puedo y si lo quiero, en general me puedo permitir aún pensar con mi cabeza y poco más. Desde mi punto de vista, desde mi ventana, estoy más en casa que en la calle aunque también, veo el mundo a distancia sin que quiera distanciarme : pero no le sigo, creo que va muy deprisa sin saber a donde. Yo tampoco, el futuro está abierto. Y el pasado cerrado,no se puede ir al pasado; no realmente, el turismo al pasado es una ficción. Apenas podemos recordar la historia, traer las víctimas al corazón y escuchar el eco de la justicia pendiente que reclaman. Aunque lo que debemos hacer nosotros en el presente es lo que nunca se hizo en el pasado: para que no se repita en el futuro lo que sí se hizo y jamás debió hacerse. No pienso ir al pasado virtualmente, que eso es salir del presente y de la historia y entrar en el mercado. No asistiré al Mercado Medieval. Que eso es una distracción para matar el tiempo y un artículo de consumo que no me atrae.

12-6-2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario