jueves, 25 de junio de 2015

FRANCISCO Y LA HERMANA TIERRA




CUIDEMOS LA CASA *

Este argentino que anda como Pedro por su casa apagando las luces de los pasillos en la residencia de Santa Marta, este “principiante” que no “príncipe de la Iglesia” - obispo de Roma y , por tanto, “colega” de los obispos- el papa Francisco, nos ha enviado una carta a todos los habitantes de la Tierra , a todos los vecinos de esta casa común que tenemos bastante descuidada.

  La he leído y aconsejo a todos que la lean. Su título Laudato si ` , lo toma del “Cántico de las criaturas” compuesto por San Francisco de Asís en dialecto umbro con algunos términos latinos y toscanos a finales de 1224 poco antes de morir. Inspirado sin duda por el santo cuyo nombre no lleva en vano, llama a todos a cambiar nuestra forma de pensar y a reconciliarnos con la hermana Tierra, sin olvidarse de los pobres - sus herederos a pesar de ser relegados en los bajos- ni de los ricos que la ocupan y la ensucian más que nadie en el principal que la perderán como todos, qué se han creído, si todos la descuidamos: unos tirando piedras sobre el tejado -los desahuciados de este mundo- y los “okupas" desde dentro si la convierten en una pocilga. Porque nadie puede ni debe ya, a estas alturas, usar y abusar de la Tierra sin pagar por ello.


La carta va dirigida a todos porque a todos nos concierne. Por supuesto que quien la escribe no se despoja de lo que representa ni esconde el Evangelio bajo el celemín, pero sabe y admite que nadie está obligado a abrazar su fe ni la opinión de cualquier otro aunque uno sea católico y el otro el Papa. De la misma manera que sabe y espera que nadie se dispense de escucharle porque crea que el Papa, ese cura, obispo o persona a secas no piensa como uno mismo. ¿Hay un modo más estúpido de perder el tiempo que escuchar solo al que piensa como nosotros?

Por eso se dirige a todos, para hablar con todos de algo que a todos concierne y participar en un debate que ninguna persona responsable puede eludir. Y de eso, más que de los contenidos, quisiera ocuparme hoy precisamente. Porque hay un laicismo sectario que se parece mucho a un clericalismo dogmático, y me temo que unos por otros quede la casa sin barrer. Por otra parte hay ateos de calidad sin duda alguna y creyentes de verdad que pueden y quieren conversar y convivir, personas responsables y sin prejuicios dispuestos a escuchar a todos y a colaborar con todos en la práctica , en buenas prácticas ecológicas, cualesquiera sean los motivos que tengan y les lleven a comprometerse con la vida en el planeta y del planeta que habitamos.

En este mundo mundial estamos condenados – mejor ,llamados- a entendernos. Lo que no será posible si no salimos de casa, del grupo y de la tribu, de la calle o del barrio, para entendernos en la plaza pública en lo fundamental sin romper las farolas y respetando el alumbrado público: la razón común o razón humana. Dejando atrás las creencias y las opiniones personales; es decir, sin ir con ellas por delante ni imponerlas a nadie. Pues todo lo que no se impone y se expone a la crítica de los demás cabe en esa plaza. Más aún, conviene a todos que así sea si no queremos que ese espacio para el encuentro, para el diálogo y para el comienzo de una historia en común, se convierta en una plaza vacía - como mercado desabastecido- o lo que es peor: en una pirámide que lo llena todo, donde se pudren los muertos y no viven los hombres. La plaza no es el acabose , es el principio. Como la libertad, que no vive bajo la losa de una tradición muerta. Ni comienza sin el aliento de una tradición viva que nadie impone -o de muchas- llegados a la situación límite de un mundo mundial sobre la misma Tierra.

La razón instrumental o técnica que solo entiende de medios sin pensar en los fines, sometida a una política que no piensa en todos ni en la casa de todos y ésta a su vez a la economía que explota la Tierra sin contemplaciones en beneficio de unos pocos, acabará con todo fatalmente de seguir así con con tanta eficacia. La alternativa es entrar en razón, que ya es hora, pensando en todo y con todos.

Dedico mi artículo a un Papa que se moja en lo importante, y lo escribo en un país donde apenas se le oye como quien oye llover. O eso parece.

23-6-2015

























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