Aragó! Sant Jordi!
Hallamos hace poco * en el huerto un
nido de paloma torcaz con un huevo y dos polluelos. Dos días
después eran tres. Y ayer, día de San Jorge que es el de Aragón,
seguían vivos y apretados los tres polluelos en el mismo nido. Hoy
no había más que dos. Supongo que a uno, probablemente al
“caganiu” como decimos en Favara, lo echaron los otros dos.
La
paloma hizo el nido entre las brancas o ramas de un palo santo, pero
a muy poca altura, apenas a un metro del suelo y al alcance de un
gato, que los hay por allí más de dos a cualquier hora. Pudo ser
por tanto también la primera presa del gato, aunque es extraño que
el felino no se zampara a los otros dos y me inclino a pensar que
sus hermanos lo echaron del nido. Sirva el cuento de parábola,
aunque es un hecho real. Como lo es, todos lo saben, que en Aragón
se hablan tres lenguas: aragonés a mucha honra, castellano o
español, y otra que es también española y aragonesa pero de cuyo
nombre no quiero acordarme por si las moscas o el gato. O los
paisanos.
¿Qué nos pasa? ¿Tan
difícil es reconocer esa lengua que se habla hasta en Bonansa, en
Fraga, en Torre del Comte, en Favara, en La Codonyera y en toda la
Ralla entre Cataluña y Aragón? Recibo noticias de Artur Quintana,
y no entiendo lo que pasa y le pasa donde vive como si no hubiera
pasado el tiempo desde la Declaración de Mequinenza (1984).
Probablemente hemos interiorizado unos el desprecio a la propia
lengua, otros el odio a los vecinos catalanes - los más y más
castellanos, claro- y un poco todos el resentimiento de identidad. No
soy nacionalista, me basta con ser aragonés y aún me sobra. Vivo
aquí, y esta es mi circunstancia y mi manera de estar en el mundo:
el lugar de mi responsabilidad, de mis limitaciones, de mi libertad,
de mis frustraciones y de mis pecados, aquí es para mí eso que
otros llaman la patria. Soy aragonés, pero empecé a hablar por vez
primera cla i català y a mis años no voy a morderme la
lengua. ¿Por qué iba a hacerlo en Aragón donde hubo leyes antes
que reyes y ahora, aunque haya reyes o caciques, tenemos una ley de
lenguas que ampara el derecho de todos los aragoneses al uso de su
propia lengua? Ya sé que el horno no está para bollos, pero al
menos para San Jorje, o Sorge o Jordi podríamos saludar en su
lengua a los de la Franja para que sepan que se les quiere y
entiende. Digo yo que no estaría de más, aunque solo fuera para que
no levanten el vuelo aborrecidos antes de que se les eche del
nido.
. "Aragó! Sant
Jordi!" Con ese título, que es una invocación del Santo en
las batallas de la Corona de Aragón, publicaba un interesante
artículo Guillermo Fatás en el Heraldo. Este título y algunas
citas en el cuerpo del artículo citado, que el autor no traduce, es
todo lo que he leído en catalán en la prensa aragonesa que se ha
publicado en Zaragoza en el Día de Aragon.
Hay lenguas históricas
que merecen un respeto y un culto, lenguas que tienen su oportunidad
en las fiestas y en las grandes celebraciones. Lenguas de uso
litúrgico, protocolarias. Desde luego no es ese el caso de la lengua
que se habla en las comarcas orientales aragonesas, donde se bendice
y se maldice en la misma lengua de Tirant lo Blanc. Lo que no
quita para que merezca un respeto, igual que la fabla aragonesa a la
que tampoco se ha respetado en los actos oficiales que yo sepa. No
es mucho pedir. Y eso era todo lo que cabía esperar al menos este
año, el año de su bautismo. Pero por lo visto lo que se habla en la
Franja no tiene nombre a pesar del bautismo, y el aragonés lo
hablan tan pocos que no merece un esfuerzo de los políticos para
aprenderlo.
* Hace cinco años que escribí este artículo a propósito del Día de Aragón, pero no lo pude publicar entonces. Y hacerlo en catalán sigue siendo aún impertinente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario