miércoles, 22 de abril de 2015

POLÍTICAMENTE INCORRECTO


Aragó! Sant Jordi!










Hallamos hace poco * en el huerto un nido de paloma torcaz con un huevo y dos polluelos. Dos días después eran tres. Y ayer, día de San Jorge que es el de Aragón, seguían vivos y apretados los tres polluelos en el mismo nido. Hoy no había más que dos. Supongo que a uno, probablemente al “caganiu” como decimos en Favara, lo echaron los otros dos.


 La paloma hizo el nido entre las brancas o ramas de un palo santo, pero a muy poca altura, apenas a un metro del suelo y al alcance de un gato, que los hay por allí más de dos a cualquier hora. Pudo ser por tanto también la primera presa del gato, aunque es extraño que el felino no se zampara a los otros dos y me inclino a pensar que sus hermanos lo echaron del nido. Sirva el cuento de parábola, aunque es un hecho real. Como lo es, todos lo saben, que en Aragón se hablan tres lenguas: aragonés a mucha honra, castellano o español, y otra que es también española y aragonesa pero de cuyo nombre no quiero acordarme por si las moscas o el gato. O los paisanos.

¿Qué nos pasa? ¿Tan difícil es reconocer esa lengua que se habla hasta en Bonansa, en Fraga, en Torre del Comte, en Favara, en La Codonyera y en toda la Ralla entre Cataluña y Aragón? Recibo noticias de Artur Quintana, y no entiendo lo que pasa y le pasa donde vive como si no hubiera pasado el tiempo desde la Declaración de Mequinenza (1984). Probablemente hemos interiorizado unos el desprecio a la propia lengua, otros el odio a los vecinos catalanes - los más y más castellanos, claro- y un poco todos el resentimiento de identidad. No soy nacionalista, me basta con ser aragonés y aún me sobra. Vivo aquí, y esta es mi circunstancia y mi manera de estar en el mundo: el lugar de mi responsabilidad, de mis limitaciones, de mi libertad, de mis frustraciones y de mis pecados, aquí es para mí eso que otros llaman la patria. Soy aragonés, pero empecé a hablar por vez primera cla i català y a mis años no voy a morderme la lengua. ¿Por qué iba a hacerlo en Aragón donde hubo leyes antes que reyes y ahora, aunque haya reyes o caciques, tenemos una ley de lenguas que ampara el derecho de todos los aragoneses al uso de su propia lengua? Ya sé que el horno no está para bollos, pero al menos para San Jorje, o Sorge o Jordi podríamos saludar en su lengua a los de la Franja para que sepan que se les quiere y entiende. Digo yo que no estaría de más, aunque solo fuera para que no levanten el vuelo aborrecidos antes de que se les eche del nido.

. "Aragó! Sant Jordi!" Con ese título, que es una invocación del Santo en las batallas de la Corona de Aragón, publicaba un interesante artículo Guillermo Fatás en el Heraldo. Este título y algunas citas en el cuerpo del artículo citado, que el autor no traduce, es todo lo que he leído en catalán en la prensa aragonesa que se ha publicado en Zaragoza en el Día de Aragon.

Hay lenguas históricas que merecen un respeto y un culto, lenguas que tienen su oportunidad en las fiestas y en las grandes celebraciones. Lenguas de uso litúrgico, protocolarias. Desde luego no es ese el caso de la lengua que se habla en las comarcas orientales aragonesas, donde se bendice y se maldice en la misma lengua de Tirant lo Blanc. Lo que no quita para que merezca un respeto, igual que la fabla aragonesa a la que tampoco se ha respetado en los actos oficiales que yo sepa. No es mucho pedir. Y eso era todo lo que cabía esperar al menos este año, el año de su bautismo. Pero por lo visto lo que se habla en la Franja no tiene nombre a pesar del bautismo, y el aragonés lo hablan tan pocos que no merece un esfuerzo de los políticos para aprenderlo.


* Hace cinco años que escribí  este  artículo  a propósito del Día de Aragón, pero no lo pude publicar entonces. Y hacerlo en catalán sigue siendo aún impertinente. 

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