MI
PALABRA ES LA LEY
El
trato es un juego en el que las partes buscan cada una salir ganando.
Como todos los juegos,éste está sometido a unas reglas. Y se cierra
con un contrato.
El acuerdo entre las partes vale mientras no se
demuestre que hubo trampas a juicio de un juez imparcial que no
entre en el juego ni defienda el interés de parte sino de ambas
partes y aún de todos los que quieran jugar; es decir, que
defienda las reglas constitutivas de la institución y por tanto el
juego que a todos interesa. En aquel tiempo, el contrato se cerraba
con un apretón de manos y la palabra dada. Hoy la palabra no vale
nada sin la escritura firmada ante notario. ¿Como fiarse de los
políticos que nos piden el voto a cambio de su palabra si la palabra
de los españoles en otros negocios tampoco vale nada?
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