miércoles, 21 de enero de 2015

MIENTRAS TANTO







PENSADILLAS PARA LLEVARSE BIEN


Ver y callar  es a veces lo que hay que hacer.  Esto basta para contemplar. Pero en la práctica hay que responder con la palabra, caminar con los dos pies sabiendo el terreno que uno pisa y trabajar con las dos manos viendo   donde  las pone para no pillarse los dedos.



Tenemos dos oídos y una sola boca, y ésta ha de servir también para comer.


Los oídos siempre están abiertos, por eso oímos a veces lo que no queremos.


Los sordos gritan más que los que no lo son , y los que no tienen razón también para que les oigan.


No hay peor sordo que el que no quiere oír, es también el que más grita.


El que no escucha a nadie  no tiene nada que decir, y el que cierra los ojos tampoco.  Pero es  mucho más fácil  que éste calle y el primero grite.




Dios no existe para los ateos: ¿por qué blasfeman?


Obviamente para ofender a los creyentes que sí existen.


Dios no necesita que nadie le defienda, ya sea porque no existe o porque no se siente aludido por los blasfemos: ¿por qué atacan los creyentes a los ateos?


Obviamente porque ellos se sienten ofendidos  en sus creencias: no defienden a Dios, matan  en defensa de su doctrina.


Pero "matar a un hombre en defensa de una doctrina es matar a un hombre, no es defender una doctrina"


Los ateos que blasfeman no saben lo que dicen, pero deberían saber lo que hacen  y atenerse a las consecuencias.  Hay una ética de la responsabilidad.


Los que defienden la libertad de expresión  no debieran olvidar la libertad de conciencia.




La fe no es una piedra en el camino, que eso es un escándalo. Es la virtud del caminante, la fuerza que va consigo. Como la esperanza.
Las dos cesan después de todo. Solo queda el amor: éste queda y mira a los ojos, cara a cara. Y no necesita palabras.
Mientras tanto, en el camino, hay que callar a veces  y otras hablar. Escuchar siempre y nunca maldecir.







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