Reyes Magos
De
puntillas sobre el mundo del granero de la casa donde nacimos y
asomados desde arriba al balcón de abajo, sorpendimos mi hermana y
yo a los padres cambiando allí por juguetes y turrones nuestros
zapatos que habíamos dejado llenos de cebada para los caballos que
, por cierto , no vimos.
Apenas tenía cinco años cuando supe,
aquella noche, que los Reyes Magos eran los padres. Pero si hoy saco
del baúl de mis recuerdos éste que les cuento es para decir que
el mundo nunca es como se cuenta. Hoy mismo sin ir más lejos, digan
lo que digan los padres, los Reyes Magos -¡ y los caballos! – son en
muchas casas los abuelos.
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