martes, 2 de diciembre de 2014

QUOUSQUE TANDEM?



Hay que echarlos




Una vez más hemos asistido a un espectáculo lamentable: al debate sobre la corrupción en el Congreso, a la trifulca del “tú más” entre facciones o facciosos que no cesa. A estas alturas - superado con mucho el nivel de tolerancia- uno cierra la tele y los ojos, la radio y los oídos, se tapa la nariz y no quiere saber nada de los políticos que se ocupan de lo suyo -que es lo bueno, para ellos- y descuidan lo que importa en general a los ciudadanos. ¡Ya basta! 


 Uno sabe lo que necesitaba saber de los “okupas” de las instituciones públicas, de los que entran legalmente al parecer y se burlan de la ley después de entrar. Sabe lo suficiente al menos para tomar una decisión racional y hacer lo que debe hacer en la primera ocasión que se le ofrezca para hacer lo que pueda: votar en contra de todos ellos, botarlos a todos, o ayudar a sacarlos de dentro de las instituciones públicas como sea. Desde ya, salvo milagros de la historia, prometo ayudar a sacarlos con mi voto como se saca de su concha al caracol con un palillo, arrancarlos de su aposento - del sillón, donde tienen pegado el cuerpo- sin esperar que saquen solo los cuernos al sol - ¡y la baba!- después de la tormenta que se avecina. Estos señores están pringaos o eso parece, están cogidos o eso parece, y no pueden hacer nada salvo pedir perdón como parece. Incluso aquellos que dan la cara y asumen la responsabilidad de ahora en adelante para el futuro (!) no quieren mirar atrás, descubrirlo todo, bajarse los pantalones y exponerse a pagar por ello caiga quien caiga.

Al presentar ayer una batería de setenta medidas contra la corrupción , el Sr. Rajoy se rebeló contra “el fantasma de la corrupción” afirmando: “¡España no está corrompida! España tiene algunos corruptos que, afortunadamente, estamos sacando a la luz. El resto está sano”.

Cierto , Sr. Rajoy, toda España no está corrompida. Ni siquiera todos los políticos, por supuesto; pero huele en todas partes lo que viene de atrás, lo que se esconde en los paraísos fiscales y lo mucho que trasciende del hoyo donde yace todavía la corrupción depositada en carne mortal que es el cuerpo del delito. Mientras ese “fantasma” - como usted dice- se mueve libremente en su medio que es la oscuridad, la noche, y sigue vivito y coleando mientras usted duerme o mira al otro lado con cínica indiferencia. Usted sabe sin duda alguna mucho más de lo que dice. ¿Habrá un día en que todos sabremos todo lo que usted sabe ?




A pesar de lo poco que sabemos “de algunos corruptos porque ustedes afortunadamente lo van sacando a la luz” y de otros de quienes también se sabe -desgraciadamente para ustedes- aunque presuman ellos de “presuntos” y así los tomemos en público por imperativo legal, eso que llama “fantasma” no es una creación de la fantasía popular sino una peste que apesta y una una banda de sinvergüenzas que actúan realmente como ladrones donde y cuando menos se piensa. Y si eso es lo que entiende, pase la presunción como eufemismo de lo que no se puede decir. Vale. La presunción no es un delito, pero deje que sospeche de tantos presuntos. Una sentencia judicial confirma solo lo que aparece a la luz del día, y los fantasmas de la corrupción como todos los fantasmas se mueven realmente en la noche: los corruptos no son tontos, son pillos acaso de gran formato pero no tontos. Pero hemos llegado a un punto en el que, como es obvio, los demás tampoco nos chupamos el dedo. Diga lo diga, Sr. Rajoy, corruptos haylos, como las meigas, y usted sabe que son muchos más de los que dice, incluso en su propio partido. Solo que se mueven en la oscuridad. ¿Por qué no enciende la a luz?

Me contaba mi sobrino que tiene el coche en el taller hace ya bastantes días. Resulta que no es fácil localizar la avería porque, entre otras, está estropeado el OBD Scanner o detector de averías. Es el clásico problema de controlar a los controladores. Y eso es lo que pasa con los políticos profesionales que ocupan las instituciones, que cuando se estropean ni controlan ni se les controla y para empezar la reparación hay que echarlos. De esta trifulca del tú más no vamos a salir sin sacar a las partes en litigio. A no ser que salgamos a peor del atolladero y las partes en litigio se conviertan en cómplices. En cuyo caso tendríamos a toda la casta de un lado contra los ciudadanos a pie de calle, y al pueblo soberano desahuciado.

Desde la complicidad de los partidos solo cabe esperar que pidan perdón y un punto final, una amnistía y una falsa promesa de ser mejores. ¡Qué cara! Son como los niños que piden perdón cuando les pillan y prometen que no lo harán más. Pero los hombres cuando son malos a ciencia y conciencia, no tienen perdón porque ya no son increíbles . Y si no se les puede creer, habrá que echarlos.





José Bada

28.11.2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario