Hay que
echarlos
Una vez más
hemos asistido a un espectáculo lamentable: al debate sobre la
corrupción en el Congreso, a la trifulca del “tú más” entre
facciones o facciosos que no cesa. A estas alturas - superado con
mucho el nivel de tolerancia- uno cierra la tele y los ojos, la
radio y los oídos, se tapa la nariz y no quiere saber nada de
los políticos que se ocupan de lo suyo -que es lo bueno, para
ellos- y descuidan lo que importa en general a los ciudadanos. ¡Ya
basta!
Uno sabe lo que necesitaba saber de los “okupas” de las
instituciones públicas, de los que entran legalmente al parecer y se
burlan de la ley después de entrar. Sabe lo suficiente al menos para
tomar una decisión racional y hacer lo que debe hacer en la primera
ocasión que se le ofrezca para hacer lo que pueda: votar en contra
de todos ellos, botarlos a todos, o ayudar a sacarlos de dentro de
las instituciones públicas como sea. Desde ya, salvo milagros de la
historia, prometo ayudar a sacarlos con mi voto como se saca de su
concha al caracol con un palillo, arrancarlos de su aposento - del
sillón, donde tienen pegado el cuerpo- sin esperar que saquen solo
los cuernos al sol - ¡y la baba!- después de la tormenta que se
avecina. Estos señores están pringaos o eso parece, están cogidos
o eso parece, y no pueden hacer nada salvo pedir perdón como parece.
Incluso aquellos que dan la cara y asumen la responsabilidad de
ahora en adelante para el futuro (!) no quieren mirar atrás,
descubrirlo todo, bajarse los pantalones y exponerse a pagar por
ello caiga quien caiga.
Al presentar
ayer una batería de setenta medidas contra la corrupción , el Sr.
Rajoy se rebeló contra “el fantasma de la corrupción”
afirmando: “¡España no está corrompida! España tiene algunos
corruptos que, afortunadamente, estamos sacando a la luz. El resto
está sano”.
Cierto , Sr.
Rajoy, toda España no está corrompida. Ni siquiera todos los
políticos, por supuesto; pero huele en todas partes lo que viene de
atrás, lo que se esconde en los paraísos fiscales y lo mucho que
trasciende del hoyo donde yace todavía la corrupción depositada
en carne mortal que es el cuerpo del delito. Mientras ese “fantasma”
- como usted dice- se mueve libremente en su medio que es la
oscuridad, la noche, y sigue vivito y coleando mientras usted
duerme o mira al otro lado con cínica indiferencia. Usted sabe sin
duda alguna mucho más de lo que dice. ¿Habrá un día en que todos
sabremos todo lo que usted sabe ?
A pesar de lo
poco que sabemos “de algunos corruptos porque ustedes
afortunadamente lo van sacando a la luz” y de otros de quienes
también se sabe -desgraciadamente para ustedes- aunque presuman
ellos de “presuntos” y así los tomemos en público por
imperativo legal, eso que llama “fantasma” no es una creación de
la fantasía popular sino una peste que apesta y una una banda de
sinvergüenzas que actúan realmente como ladrones donde y cuando
menos se piensa. Y si eso es lo que entiende, pase la presunción
como eufemismo de lo que no se puede decir. Vale. La presunción no
es un delito, pero deje que sospeche de tantos presuntos. Una
sentencia judicial confirma solo lo que aparece a la luz del día,
y los fantasmas de la corrupción como todos los fantasmas se
mueven realmente en la noche: los corruptos no son tontos, son pillos
acaso de gran formato pero no tontos. Pero hemos llegado a un punto
en el que, como es obvio, los demás tampoco nos chupamos el dedo.
Diga lo diga, Sr. Rajoy, corruptos haylos, como las meigas, y usted
sabe que son muchos más de los que dice, incluso en su propio
partido. Solo que se mueven en la oscuridad. ¿Por qué no enciende
la a luz?
Me contaba mi
sobrino que tiene el coche en el taller hace ya bastantes días.
Resulta que no es fácil localizar la avería porque, entre
otras, está estropeado el OBD Scanner o detector de averías. Es
el clásico problema de controlar a los controladores. Y eso es lo
que pasa con los políticos profesionales que ocupan las
instituciones, que cuando se estropean ni controlan ni se les
controla y para empezar la reparación hay que echarlos. De esta
trifulca del tú más no vamos a salir sin sacar a las partes en
litigio. A no ser que salgamos a peor del atolladero y las partes en
litigio se conviertan en cómplices. En cuyo caso tendríamos a toda
la casta de un lado contra los ciudadanos a pie de calle, y al
pueblo soberano desahuciado.
Desde la
complicidad de los partidos solo cabe esperar que pidan perdón y un
punto final, una amnistía y una falsa promesa de ser mejores. ¡Qué
cara! Son como los niños que piden perdón cuando les pillan y
prometen que no lo harán más. Pero los hombres cuando son malos a
ciencia y conciencia, no tienen perdón porque ya no son increíbles . Y
si no se les puede creer, habrá que echarlos.
José Bada
28.11.2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario