UNA
BUENA NOTICIA
Justo
nueve meses antes de la Navidad, el 25 de marzo, se celebra la
Anunciación a la Virgen del nacimiento de Jesús. A mediados del
siglo VII se introdujo en la la liturgia la fiesta de la Expectación
del Parto, el 18 de diciembre, conocida también como fiesta de la
Esperanza, de la Alegría o de María de la O por las antífonas que
se cantaban a partir de ese día hasta la Noche Buena anticipando el
esperado alumbramiento: “O Virgo,gloria tua partus!”, y que
comienzan todas con dicha interjección. Pues bien, el día 27 de
marzo del año en curso se encontraron el papa Francisco y el
presidente Obama en el Vaticano, y mira por donde cumplido el plazo
prácticamente - el 17 de este mes, cumpleaños de Francisco- nos
llega una buena noticia: América ha levantado el bloqueo de Cuba,
he aquí el parto que se ha gestado en silencio.
Puedo
prometer y prometo que estas fiestas brindaré con un “cuba-libre”
por este argentino que “se mete con obras y gestos en la vida
cotidiana de los demás, achica distancias” y nos “exhorta” a
tomar la iniciativa sin miedo cuando de eso se trata, de hacer las
paces, y que nos dice: “¡Atrevámonos un poco más a primerear!”
Que en román paladino quiere decir adelantarse y no quedarse parado
como un pasmado sin hacer nada.
De
aquel encuentro del presidente de Estados Unidos con el Papa apenas
supimos lo que pensó Obama sobre el liderazgo político de
Francisco: “La suya -dijo- es una voz que el mundo debe escuchar”
. En cambio hemos podido leer recientemente el texto del discurso del
Papa en el Parlamento Europeo, nos ha llegado el eco de los aplausos
que recibió y la noticia incomprensible de quienes no quisieron
escucharle por ser quien es: nada, apenas un cura de pueblo que habla
como un vecino a su vecino, sea ateo como el periodista italiano
Scalfari o el marido de una mujer divorciada que quiere comulgar y no
le dejan en un lugar de Sur América de cuyo nombre no consigo
acordarme; sólo que ese pueblo es incomparablemente más numeroso
y plural que cualquiera de las facciones representadas por los
“nuevos clérigos” de la izquierda plural. Desde mi modesto punto
de vista que espero compartir con la inmensa mayoría – no puedo
imaginar lo contrario- deberíamos escuchar a todos cuantos nos
hablan desde la libertad responsablemente sin ánimo de lucro – en
votos o en dinero- y para la libertad de todos. Y por supuesto
cuando se trata de problemas que a todos nos conciernen. Adelantarse
para hacer las paces, concierne a todos y ojalá hubiera más
voluntarios.
Queda
mucho por hacer y todos somos pocos para hacer las paces en este
mundo, que la Paz es el horizonte y el camino son las paces.
Tender puentes y derribar muros, entrelazar personas y proyectos ,
abrir la mano: las dos manos - y el bolsillo- compartir, dialogar más
y negociar menos -aunque también, pero el mercado no es el
parlamento ni a la inversa- convivir y conversar... sin excluir a
nadie. Ese es el fin y la causa que nos convoca, el reto que no
podemos eludir en esta nueva situación mundial donde todas las
historias particulares han llegado a la plaza, al cabo de la calle, o
mejor al mar de una historia universal que está por hacer.
Algunos
proponen completar el contenido ético de los derechos humanos con
las grandes tradiciones religiosas de la humanidad. Otros pensamos
que para vivir en paz con todos en este mundo – en este barco -
basta y sobra con los derechos humanos y la justicia universal. Pero
lo que sí hace falta es más moral, coraje, y en absoluto más
preceptos o códigos éticos, sino menos palabras y más testigos que
cumplan las leyes. Lo que necesitamos es añadir a la justicia la
buena voluntad que va más lejos: hasta el amor que es la perfección
y el colmo de la ley,la gota que desborda el vaso de lo justo. Pero
eso no se produce, ni se vende, ni se consume. Que el amor o la
fraternidad es el exceso, no tiene precio ni medida, y la Paz es
otro nombre de Su Alteza. Las paces en cambio, una detrás de otra,
podemos hacerlas como el pan de cada día.
Ese
es el problema moral. No la Paz, sino las paces: avanzar en todos los
frentes paso a paso, aunar esfuerzos en el tajo , celebrar juntos
cada victoria por pequeña que sea, dividir al enemigo que es la
guerra o los que quieren la guerra por encima de todo. Pero no a los
hombres y mujeres de buena voluntad, pues todos son necesarios aunque
nadie sepa si todo lo que podamos hacer será suficiente en un mundo
tan desmoralizado y complejo como el nuestro.
José
Bada 19.12-2014
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