martes, 23 de diciembre de 2014

CUBALIBRE, POR FAVOR






UNA BUENA NOTICIA



Justo nueve meses antes de la Navidad, el 25 de marzo, se celebra la Anunciación a la Virgen del nacimiento de Jesús. A mediados del siglo VII se introdujo en la la liturgia la fiesta de la Expectación del Parto, el 18 de diciembre, conocida también como fiesta de la Esperanza, de la Alegría o de María de la O por las antífonas que se cantaban a partir de ese día hasta la Noche Buena anticipando el esperado alumbramiento: “O Virgo,gloria tua partus!”, y que comienzan todas con dicha interjección. Pues bien, el día 27 de marzo del año en curso se encontraron el papa Francisco y el presidente Obama en el Vaticano, y mira por donde cumplido el plazo prácticamente - el 17 de este mes, cumpleaños de Francisco- nos llega una buena noticia: América ha levantado el bloqueo de Cuba, he aquí el parto que se ha gestado en silencio.





Puedo prometer y prometo que estas fiestas brindaré con un “cuba-libre” por este argentino que “se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias” y nos “exhorta” a tomar la iniciativa sin miedo cuando de eso se trata, de hacer las paces, y que nos dice: “¡Atrevámonos un poco más a primerear!” Que en román paladino quiere decir adelantarse y no quedarse parado como un pasmado sin hacer nada.


De aquel encuentro del presidente de Estados Unidos con el Papa apenas supimos lo que pensó Obama sobre el liderazgo político de Francisco: “La suya -dijo- es una voz que el mundo debe escuchar” . En cambio hemos podido leer recientemente el texto del discurso del Papa en el Parlamento Europeo, nos ha llegado el eco de los aplausos que recibió y la noticia incomprensible de quienes no quisieron escucharle por ser quien es: nada, apenas un cura de pueblo que habla como un vecino a su vecino, sea ateo como el periodista italiano Scalfari o el marido de una mujer divorciada que quiere comulgar y no le dejan en un lugar de Sur América de cuyo nombre no consigo acordarme; sólo que ese pueblo es incomparablemente más numeroso y plural que cualquiera de las facciones representadas por los “nuevos clérigos” de la izquierda plural. Desde mi modesto punto de vista que espero compartir con la inmensa mayoría – no puedo imaginar lo contrario- deberíamos escuchar a todos cuantos nos hablan desde la libertad responsablemente sin ánimo de lucro – en votos o en dinero- y para la libertad de todos. Y por supuesto cuando se trata de problemas que a todos nos conciernen. Adelantarse para hacer las paces, concierne a todos y ojalá hubiera más voluntarios.



Queda mucho por hacer y todos somos pocos para hacer las paces en este mundo, que la Paz es el horizonte y el camino son las paces. Tender puentes y derribar muros, entrelazar personas y proyectos , abrir la mano: las dos manos - y el bolsillo- compartir, dialogar más y negociar menos -aunque también, pero el mercado no es el parlamento ni a la inversa- convivir y conversar... sin excluir a nadie. Ese es el fin y la causa que nos convoca, el reto que no podemos eludir en esta nueva situación mundial donde todas las historias particulares han llegado a la plaza, al cabo de la calle, o mejor al mar de una historia universal que está por hacer.



Algunos proponen completar el contenido ético de los derechos humanos con las grandes tradiciones religiosas de la humanidad. Otros pensamos que para vivir en paz con todos en este mundo – en este barco - basta y sobra con los derechos humanos y la justicia universal. Pero lo que sí hace falta es más moral, coraje, y en absoluto más preceptos o códigos éticos, sino menos palabras y más testigos que cumplan las leyes. Lo que necesitamos es añadir a la justicia la buena voluntad que va más lejos: hasta el amor que es la perfección y el colmo de la ley,la gota que desborda el vaso de lo justo. Pero eso no se produce, ni se vende, ni se consume. Que el amor o la fraternidad es el exceso, no tiene precio ni medida, y la Paz es otro nombre de Su Alteza. Las paces en cambio, una detrás de otra, podemos hacerlas como el pan de cada día.



Ese es el problema moral. No la Paz, sino las paces: avanzar en todos los frentes paso a paso, aunar esfuerzos en el tajo , celebrar juntos cada victoria por pequeña que sea, dividir al enemigo que es la guerra o los que quieren la guerra por encima de todo. Pero no a los hombres y mujeres de buena voluntad, pues todos son necesarios aunque nadie sepa si todo lo que podamos hacer será suficiente en un mundo tan desmoralizado y complejo como el nuestro.



José Bada 19.12-2014













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