domingo, 16 de noviembre de 2014

LUIS SE DESVIVIÓ


A LA MUERTE DE UN COMPAÑERO


El pasado viernes día 7 por la tarde se celebraba en el Palacio de La Aljafería el "III Acto aragonés del Trabajo Social: valor, reconocimiento y compromiso", organizado por el Colegio Profesional de Trabajadores/as Sociales de Aragón. El domingo por la mañana tenía previsto visitar con otro a un amigo común que estaba gravemente enfermo de cáncer en la residencia Fundación Tobías: Luis Guillermo Betés Palomo, sacerdote adscrito a la parroquia de Na. Sa. del Rosario en el barrio de La Almozara de Zaragoza. No fue posible. Por la mañana una sobrina mía amiga de otra suya - Gloria - que le había dado la triste noticia, me llamó para decirme que había fallecido. Y el lunes lo enterramos.


Hacía muchos años que no veía a tantos curas juntos presididos en la celebración de los funerales por el Sr. Arzobispo. Luis, el sacerdote "adscrito" a una parroquia de barrio, comenzó su carrera profesional siendo "coadjutor" en otra de pueblo y hace muy poco - en mi última visita a la residencia donde murió- me recordaba que nunca tuvo ocasión de ascender más alto en la jerarquía. Debo decir no obstante, en honor a la verdad, que tampoco lo pretendió. De raza le viene al galgo, pero Luis no era de esa casta para hacer carrera. Coadjutor significa exactamente ayudante, y eso es lo que fue Luis: siempre dispuesto a echar una mano en lo que consideraba una buena causa, y nunca a dar codazos. Durante muchos años colaboramos juntos en "Eucaristía" -que se publicaba sin bendiciones ni aprobación eclesiástica- los dos solos en la redacción y, en el diseño de los carteles con otro amigo que también se fue: Pepe Aznar.


Al fallecer José Manuel Arenal - otro amigo sacerdote y médico que promovió la organización Medicus Mundi en Zaragoza- siendo a la sazón director de la Escuela Universitaria de Trabajo Social de San Vicente de Paúl, Luis, que ya colaboraba con él en la misma empresa y , se hizo cargo de la dirección hasta que se cerró a mediados de los noventa. Desde el principio ejerció la docencia como profesor de Sociología en la Escuela y dejó muchas alumnas y alumnos que aprendieron, sin duda, de su talante y de sus conocimientos. Veinte años antes aproximadamente, le echó una mano a A. Alcalá, el editor de La Restitución del Cristianismo, traduciendo el texto latino de la obra magna de Miguel Servet por vez primera al castellano. Fue también profesor del Seminario, del que salieron muchos líderes de la izquierda aragonesa que tampoco hicieron carrera política como era previsible y después se ha comprobado. Movido siempre por el aire del Vaticano II, se alegró por fin al comprobar que ha vuelto de lejos con Francisco el espíritu del Papa Bueno como llamábamos en vida Juan XXIII.


Luis no fue un perdedor ni un ganador, ni pastor propiamente dicho y menos aún ganadero. Tampoco fue una oveja y menos una oveja perdida. Fue libre dentro de lo posible, fue él mismo y sus circunstancias. Compartió el camino con muchos compañeros, sin tirarse al monte.



Tengo un ejemplar de La Restitución del Cristianismo con una dedicación de Luis. Dice así: "A Pepe y Carmen, compañeros -desde hace muchos años -en nuestro camino hacia la libertad."


Gracias, compañero. Tú ya llegaste, los que seguimos te recordaremos siempre.



José Rada

11-noviembre-1014


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