miércoles, 30 de abril de 2014

NUEVAS PEnSADILLAS


Lo que da que pensar


Las buenas ideas, como las semillas, producen fruto a largo plazo; pero hay que sembrarlas a tiempo. Y tiene que llover.

Lo que da que pensar es lo poco que pensamos, lo poco que hablamos y lo poco que vivimos. Se piensa, se dice, se vive; pero eso es un pensar, un decir y un vivir  nada personal. Es otra cosa, eso es apenas una cosa o artículo de consumo. 


La simiente es para sembrar. Si se come, es pan para hoy y hambre para mañana.

"Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo; pero si muere da mucho fruto" (Jesús de Nazaret)

Hay palabras de vida que se escuchan y se guardan en el corazón, como la simiente que germina en las entrañas de la tierra.

Pero la verdad nace cuando se hace. La mejor idea se queda en nada si no sale a la luz del día.

Un concepto no es aún la palabra cabal, no es la verdad.

Ni siquiera el diálogo sin consecuencias que a nada compromete y a nada lleva: la tertulia, es la palabra cabal. Por no hablar del parlamento que nadie escucha, de la dictadura que solo habla, o de la mera negociación con ánimo de lucro en la que siempre ganan los que más pueden.

La palabra cabal es el diálogo que somos, la conversación que llevamos y la convivencia en que vivimos.

La palabra cabal no se cotiza en los mercados donde todos gritan y negocian con su mercancía, es un valor pero no tiene precio. Precisamente por eso, porque  es un valor en sí, no tiene precio.

La verdad bien nacida es la verdad de la vida que se lleva o se cultiva, la que crece hasta la cosecha. Y en la vida que trae consigo la promesa y la reserva de lo que está por ver y por venir, como la semilla en el corazón de la fruta madura que cae por su propio peso.

El hombre no vive solo de pan, ni de hechos consumados. La mera realidad, lo que hay aquí y ahora, no basta para vivir. Apenas para sobrevivir o durar. Porque todo tiene un límite, salvo la esperanza que nadie puede comprar. Y la ambición...hasta que acabe con todo.

El que vive en el presente sin pasado ni futuro, sin memoria ni esperanza, que ha hecho del pasado lo que queda - un residuo, una reliquia- y del futuro una realidad virtual - una evasión- no entra en la historia: la consume.

"El muerto al hoyo y el vivo al bollo", como se dice; es decir, en un agujero sin puerta ni camino.

El último hombre es aquí y ahora muy limitado: un abrir y cerrar de boca, que no de ojos.

El que todo lo consume se consume a sí mismo. Está de paso sin ir a ninguna parte. Aquí se queda, sin salir de sí, acabando consigo. Hasta reventar.




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