Lo que da que pensar
Las buenas
ideas, como las semillas, producen fruto a largo plazo; pero hay que
sembrarlas a tiempo. Y tiene que llover.
Lo que da que pensar es lo poco que pensamos, lo poco que hablamos y lo poco que vivimos. Se piensa, se dice, se vive; pero eso es un pensar, un decir y un vivir nada personal. Es otra cosa, eso es apenas una cosa o artículo de consumo.
La simiente
es para sembrar. Si se come, es pan para hoy y hambre para mañana.
"Si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo; pero si
muere da mucho fruto" (Jesús de Nazaret)
Hay palabras
de vida que se escuchan y se guardan en el corazón, como la simiente
que germina en las entrañas de la tierra.
Pero la
verdad nace cuando se hace. La mejor idea se queda en nada si no sale
a la luz del día.
Un concepto
no es aún la palabra cabal, no es la verdad.
Ni siquiera
el diálogo sin consecuencias que a nada compromete y a nada lleva:
la tertulia, es la palabra cabal. Por no hablar del parlamento que
nadie escucha, de la dictadura que solo habla, o de la mera
negociación con ánimo de lucro en la que siempre ganan los que más
pueden.
La palabra
cabal es el diálogo que somos, la conversación que llevamos y la
convivencia en que vivimos.
La palabra cabal no se cotiza en los mercados donde todos gritan y negocian con su mercancía, es un valor pero no tiene precio. Precisamente por eso, porque es un valor en sí, no tiene precio.
La verdad
bien nacida es la verdad de la vida que se lleva o se cultiva, la
que crece hasta la cosecha. Y en la vida que trae consigo la promesa
y la reserva de lo que está por ver y por venir, como la semilla en
el corazón de la fruta madura que cae por su propio peso.
El hombre no
vive solo de pan, ni de hechos consumados. La mera realidad, lo que
hay aquí y ahora, no basta para vivir. Apenas para sobrevivir o
durar. Porque todo tiene un límite, salvo la esperanza que nadie
puede comprar. Y la ambición...hasta que acabe con todo.
El que
vive en el presente sin pasado ni futuro, sin memoria ni esperanza,
que ha hecho del pasado lo que queda - un residuo, una reliquia- y
del futuro una realidad virtual - una evasión- no entra en la
historia: la consume.
"El
muerto al hoyo y el vivo al bollo", como se dice; es decir, en
un agujero sin puerta ni camino.
El último
hombre es aquí y ahora muy limitado: un abrir y cerrar de boca, que
no de ojos.
El que todo
lo consume se consume a sí mismo. Está de paso sin ir a ninguna
parte. Aquí se queda, sin salir de sí, acabando consigo. Hasta
reventar.
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