jueves, 27 de febrero de 2014

PRÁCTICA SIMBÓLICA

CARNAVALES


Los carnavales comienzan el jueves lardero, que es el que precede al miércoles de ceniza. Los fieles se abstenían de comer carne ese miércoles y los viernes hasta pascua florida. Por eso se llaman en catalán "carnestoltes", que quiere decir "al quitar las carnes". Y el jueves anterior, lardero ("tocinero" ) porque precedía a la supresión de la carne por antonomasia -la de cerdo- y se sustituía por el pescado hasta el "entierro de la la sardina".

 
Pero los carnavales tienen su origen en las fiestas que los romanos celebraban para inaugurar el Año Nuevo en honor del dios Saturno, de quien se decía que reinó en el Lacio cuando todos los hombres eran iguales. Durante estos días, que se fueron ampliando, los esclavos podían criticar a sus amos y hasta hacerse servir por ellos.

De ahí viene "la fiesta de los locos" - o "del rey de la faba"- que se celebraba el día de Reyes, en el que se nombraba rey entre los más tontos a quien le tocaba el haba del roscón: al "tonto del haba". Y la del obispillo, en la que los canónigos del Pilar nombraban obispo por un día a un infantico. Por no hablar de Santa Águeda, que es el día en el que mandan las mujeres en Zabarramala y aquí, en algunas partes de Aragón, "salaban la sardina". Me crié en una fonda de Favara en la que se hospedaban viajantes de Reus, comediantes de Zaragoza, naranjeros de Xerta y entre otros muchos dos tratantes de Morella. De estos últimos recuerdo que una una vez, cuando los maquis, les dijo un gitano: “Si no os importa, iré con vosotros para no andar sólo”. Y el mayor, que cerraba los tratos y tomaba las decisiones, le contestó: “Vale, pero tendrás que venir andando”. Después de pasar la trapa de Santa Susana, hallaron en una era a un grupo de mujeres celebrando la fiesta de Santa Águeda. Los dos hermanos, al ver el peligro, escaparon arreando a las mulas; pero aquellas “bacantes” alcanzaron al gitano y aprovecharon la ocasión para "salarle la sardina”. Mientras todas le sujetaban y él sólo se defendía, le echaron puñados de sal y le restregaron las partes. Cuando lo soltaron echó a correr, alcanzó a los hermanos y ,con el poco aliento que le quedaba, le dijo al mayor: “Mal hermano, que eres un mal hermano, que has dejado a las maellanas que me tocaran los cojones". Cuando hay tantos machos en este país que se imponen por pelotas, ¿qué puede esperarse de las mujeres?

  Los carnavales fueron siempre una excepción para confirmar la regla, es decir, el orden establecido. No obstante, estas licencias consentidas, la transgresión de las costumbres y la crítica a las autoridades civiles y eclesiásticas, denunciaban las limitaciones de este mundo y anunciaban que otro es posible todavía.

Frente a las autoridades que se sienten abrumadas por su dignidad -eso dicen cuando asumen el cargo, del que se alivian por cierto abrumando al pueblo-, prefiero a los "ministros" que sirven con menos títulos y mejor voluntad, que comparten su responsabilidad con los ciudadanos y con los fieles, que son fieles antes que obispos y ciudadanos antes que gobernantes. Sin que lo uno quite a lo otro. El repertorio de ideas, símbolos, y representaciones de la gente - con independencia de lo que uno quiera como intelectual, místico o revolucionario- se hace valer como el único conocimiento objetivo que conforma nuestro mundo. Si queremos cambiarlo tendremos que actuar juntos sobre ese universo simbólico. El interés despertado por las nuevas tecnologías y la actividad económica, no debería llevarnos al desprecio de las prácticas simbólicas. Todo lo relacionado con los símbolos: su interpretación, sustitución y uso que se haga de ellos incide sobre la totalidad, también sobre la economía y la política, que dependen de prácticas pre-políticas y meta--económicas. Lo que se haga con una bandera, con la lengua de un pueblo, con una frontera o monumento nacional..., etc. es importante. Y lo mismo si hablamos de la iglesia y de los símbolos religiosos.

Francisco está llevando a cabo una reforma o práctica simbólica de consecuencias imprevisibles. Se equivocan los que piensan que todo lo que hace se queda en nada, en solo gestos. Precisamente eso: creer y vivir como se cree de cara a todo el mundo es lo más importante para la Iglesia y para la Humanidad. Es apearse del poder para tomar la palabra, y predicar con el ejemplo. Por ese camino, el obispo de Roma se acerca a los mayores como un hermano y a los niños como un abuelo: al "obispillo" que se sentó en su trono y se agarro a su pierna y pronto, quizás, a la "papilla" que le acompañe. Porque también las mujeres son iglesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario