lunes, 17 de febrero de 2014

DESCANSE EN PAZ

          Todas las mañanas, al abrir el correo, me encuentro bajo el título de TENSIÓN DEMOCRÁTICA con una selección de artículos de opinión que reparte Bernardo a sus amigos.
Hallo hoy , entre ellos , una carta de Lola Albiac  a propósito de la tumba de Azaña. Ignoro si ha sido publicada en los periódicos o se trata de un comentario que  hace Lola a Bernardo a propósito de otro que sí lo fue. De todas formas, me parece interesante darla a conocer a los míos  aquí con su permiso que no me ha de faltar. Gracias a Bernado y a Lola,  que también lo son.  Pepe.






Sobre "La tumba de Azaña", María-Dolores Albiac Blanco

Querido Bernardo:soy admiradora lectora de los diarios y cartas de don Manuel desde hace mucho.
Hablé mucho de ellos con su primer editor, Juan Marichal, y ahora lo hago con su mejor biógrafo,
Santos Juliá. Y comparto lo afirmado al respecto por Juan Torres.Pero visito con cierta frecuencia
la tumba de Azaña en el cementerio de Montauban, y quiero matizar su impresión. Nada más entrar
en el cementerio de Montauban lo primero que se ve es un directorio con la bandera republicana y
el plano del recorrido preciso para llegar a la tumba del Presidente.

Su tumba es la que corresponde a un hombre de su talante y convicciones: sobria, digna y está
cuidada y muy limpia. Tanto la losa de granito gris claro en la que pone su nombre y las fechas
de nacimiento y muerte, como las dos "espalderas" de cristal un punto verdoso (a modo de dos
palmas geométricas) que se alzan a su cabecera. El guardián del cementerio se ocupa de mantener
la tumba limpia y de que las tres cintas -roja,amarilla, morada- que cuelgan de la intersección de
las "espalderas" estén nuevas. La sobrina de Azaña, buena amiga mía, abona una cantidad para
el aseo de la tumba y todos los años, en el aniversario de su muerte, manda una corona. No es la
única española que lo hace, incluso algunos que ahora no son republicanos, también.

La última vez que visité la tumba me emocionó ver que habían pasado por allí unos judíos y dejado
sobre la losa piedras fúnebres, las que ponen sobre las sepulturas de los deudos y amigos. Y no es
extraño encontrar ramos de flores de españoles o demócratas admiradores sobre la piedra.

No creo que un Jefe de Estado, como Azaña lo fue, necesite un concreto tipo de tumba, cuya solemnidad
pregone la alcurnia mundana del fallecido. La muerte nos iguala a todos y el enterramiento del Presidente
Azaña es reflejo de la limpieza, decoro y respeto que debe manifestar el lugar en que yace quien tuvo
esas virtudes en vida. Además, en el actual Hotel Mercure, antiguo Hotel du Midi en que murió Azaña,
hay una placa conmemorativa y los gerentes del hotel enseñan, con respeto, la habitación en que falleció
el Presidente.

La pompa funeraria gusta al "miles gloriosus", pero al intelectual coherente y templado, al demócrata
cuidadoso del bien común y amigo de la igualdad, forzosamente le repele.Azaña no hubiera deseado
otro tipo de enterramiento para su postrer morada.
Terra sit levis

Un abrazo, Bernardo,
Lola




 

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