domingo, 13 de octubre de 2013

ROSAS Y ESPINAS




Me entero que van a beatificar a  curas y  simples fieles  asesinados en la Guerra Civil, son más de quinientos según creo. Y no me gusta. Yo le diría a la Iglesia -o a la mitad de la mitad porque iglesia somos  todos  y no sólo los obispos y los  promotores de la causa- lo que se dice de la rosa: "No la toques ya más que así es la historia". 



No se trata de olvidar los nombres de las víctimas, de los santos, que lo son para los fieles los curas asesinados por ser curas, y no les falta razón porque la tienen toda. No es eso, que los recuerden. Pero pido, por el amor de Dios, que no los saquen a la calle como banderín de enganche para ninguna cruzada. Que los recuerden como se recuerda en casa a los muertos, a los queridos antepasados, cuyas imágenes están sobre la cómoda, en su sitio, ocupando el lugar que les pertenece, muy adentro, en el corazón. Y también por supuesto como recuerdan --¡cómo podrían olvidarlas!-- los familiares y amigos a las víctimas del terrorismo. Ojalá recordáramos todos los supervivientes a todas las víctimas inocentes de la barbarie de la Guerra Civil, y de todas las guerras. Ojalá recordáramos los que vivimos en paz a los que descansan en paz y, a veces --¡no hay derecho, es indecente!-- en el olvido.  (De un artículo que publiqué hace años. Perdón, amigos, por citarme a mí mismo)

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