domingo, 13 de octubre de 2013

LA FE QUE MUEVE MONTAÑAS



Muchos piensan que hemos llegado en esta crisis a un callejón sin salida o a una plaza, quizás, pero como los ríos al mar que es el morir si no emprendemos otro rumbo. El lema de la revolución francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad - cristianismo secularizado hoy y antes humanismo bautizado- se ha quedado en un un sueño hermoso -increíble a secas- que ya no mueve montañas. Mientras que  la dura realidad es ya un escándalo monumental que nos cierra el paso y nos hunde en la miseria.


Llegados al punto cero, necesitamos un punto y aparte: transformar la estación de término en punto de partida y ,en trance, la situación. Si es que aspiramos todavía a un mundo mejor y queremos salir de esta plaza o rastrillo al que fueron a parar todas las historias nacionales.

Ahora bien, para ser verdaderamente humanos y emprender una historia de la humanidad, es decir: universal o de todos y para todos, necesitamos urgentemente una fe que mueva montañas. Testigos que nos entusiasmen y buenas noticias que nos levanten la moral, antes que prédicas y buenas palabras. Ni siquiera buenas leyes, que tampoco sirven de nada si los ciudadanos no las cumplen y los jueces no las hacen cumplir. Y menos aún el flaco servicio de una jerarquía eclesiástica que se presente con la Verdad en el bolsillo y con la Ley en la mano - o con el palo - en vez de una iglesia que se acerque con el Evangelio en la boca y Dios en el corazón; esto es: con mucha "filantropía", que es como llamaban algunos Padres de la Iglesia a la encarnación del Verbo. Si algo echamos en falta es eso, en absoluto a los "príncipes de la Iglesia" sino a los ministros; es decir, a los servidores que se ponen de rodillas para lavar los pies a los pobres y, de pie, para acompañarlos. No a los cortesanos que halagan al Papa y a los "ministros" que solo sirven al Estado del Vaticano. Que esos son "la lepra" de la Curia, y no lo digo yo sino Francisco.

Necesitamos testigos como Jesús y de Jesús, que vino a dar testimonio de la Verdad. No a condenar al mundo, ni a someterlo desde el poder sino a salvarlo desde la cruz del narcisismo de los poderosos. Porque Dios es Amor o la Verdad que nos hace libres, y no el Poder que nos hace esclavos.

He escrito estas líneas después de leer con atención la entrevista al Papa que le ha hecho recientemente el director de La Repubblica, E. Scalfari. Los dos se declaran abiertamente "anticlericales" y ambos reniegan del "proselitismo" de cualquier secta, escuela o partido político. El Papa reconoce expresamente la "autonomía de la conciencia" y respeta lo que uno cree en conciencia. Los dos confiesan su fe, la suya, según la entiende cada uno. Su testimonio es estimulante, y eso es lo que creo aunque no conozco a ninguno de los dos personalmente. Gracias por la moral que dan y nos inspiran. Recomiendo su lectura.

José Bada
11.10. 2013

















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