Muchos
piensan que hemos llegado en esta crisis a un callejón sin salida o
a una plaza, quizás, pero como los ríos al mar que es el morir si
no emprendemos otro rumbo. El lema de la revolución francesa:
Libertad, Igualdad y Fraternidad - cristianismo secularizado hoy y
antes humanismo bautizado- se ha quedado en un un sueño hermoso
-increíble a secas- que ya no mueve montañas. Mientras que la dura realidad es
ya un escándalo monumental que nos cierra el paso y nos hunde en la
miseria.
Llegados al punto cero, necesitamos un punto y aparte: transformar
la estación de término en punto de partida y ,en trance, la
situación. Si es que aspiramos todavía a un mundo mejor y
queremos salir de esta plaza o rastrillo al que fueron a parar
todas las historias nacionales.
Ahora
bien, para ser verdaderamente humanos y emprender una historia de la humanidad, es decir: universal o de todos y para todos, necesitamos
urgentemente una fe que mueva montañas. Testigos que nos
entusiasmen y buenas noticias que nos levanten la moral, antes que
prédicas y buenas palabras. Ni siquiera buenas leyes, que tampoco
sirven de nada si los ciudadanos no las cumplen y los jueces no las
hacen cumplir. Y menos aún el flaco servicio de una jerarquía
eclesiástica que se presente con la Verdad en el bolsillo y con la
Ley en la mano - o con el palo - en vez de una iglesia que se
acerque con el Evangelio en la boca y Dios en el corazón; esto es: con mucha "filantropía", que es como llamaban algunos
Padres de la Iglesia a la encarnación del Verbo. Si algo echamos en
falta es eso, en absoluto a los "príncipes de la Iglesia"
sino a los ministros; es decir, a los servidores que se ponen de
rodillas para lavar los pies a los pobres y, de pie, para
acompañarlos. No a los cortesanos que halagan al Papa y a los
"ministros" que solo sirven al Estado del Vaticano. Que
esos son "la lepra" de la Curia, y no lo digo yo sino
Francisco.
Necesitamos
testigos como Jesús y de Jesús, que vino a dar testimonio de la
Verdad. No a condenar al mundo, ni a someterlo desde el poder sino a
salvarlo desde la cruz del narcisismo de los poderosos. Porque
Dios es Amor o la Verdad que nos hace libres, y no el Poder que
nos hace esclavos.
He
escrito estas líneas después de leer con atención la entrevista
al Papa que le ha hecho recientemente el director de La
Repubblica, E.
Scalfari. Los dos se declaran abiertamente "anticlericales"
y ambos reniegan del "proselitismo" de cualquier secta,
escuela o partido político. El Papa reconoce expresamente la
"autonomía de la conciencia" y respeta lo que uno cree en conciencia.
Los dos confiesan su fe, la suya, según la entiende cada uno. Su testimonio es estimulante, y eso es lo que creo
aunque no conozco a ninguno de los dos personalmente. Gracias por la
moral que dan y nos inspiran. Recomiendo su lectura.
José
Bada
11.10.
2013
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