jueves, 6 de diciembre de 2012

LA COSTURA DE ESPAÑA


         Cuando yo nací no existía la Franja bajo ese nombre, ni del Ponent como dicen en Cataluña ni del Oriente como decimos desde Aragón. Lo que sí existía, obviamente, era una tierra aragonesa “apalabrada” en catalán con todos sus productos: la “borraina”, que es como la borraja común pero nos sabe distinto a los de esta tierra, lo "timó" que huele mejor aquí que el tomillo castellano, etc...Lo que existía era una tierra ventilada por el cierzo y aventada por el "garbí" catalán que es como el bochorno pero más fresco.


        Una tierra abierta como el viento sin fronteras que canta en la Franja con otro acento, igual que el Ebro aguas abajo que va a parar al mar, naturalmente, y es el mejor camino para entrar en Iberia. Una tierra regada por el Cinca, que nace en Huesca, es generoso con Lleida y recibe las aguas del Segre antes de llegar a Mequinenza. Y por el Matarranya, que pocas veces impide el paso y , para salvarlo, todos los caminantes cuentan con la ayuda de Sant Cristòfol, que no pregunta a nadie de donde viene como se dice en La Almunia de  la Virgen de Cabañas.

     Cuando yo nací en Favara todos los habitantes de la Franja Oriental chapurreaban el castellano y hablaban catalán, excepto el cura, el médico, el secretario, los maestros y la burguesía local que lo tenía a menos. En 1974 escribía aún Richard Barret: “Los notables hablan castellano, la lengua oficial del país y la común a la clase culta española. Incluso aquellas familias burguesas que residían permanentemente en Benabarre hablaban castellano” Pero la lengua vernácula, la del mundo de la vida en casa y a pie de calle, era la lengua catalana en todos los pueblos de la Franja. Las variantes locales que nos permitían distinguir “por el acento” a los del pueblo vecino, nunca nos impidieron entender a cualquiera que hablara catalán.
Nací de madre aragonesa y de padre catalán, y me críe en una fonda. Aprendí a leer en castellano en una escuela libertaria. Pero en la fonda me di cuenta que los viajantes venían de Reus, los tratantes de Morella, los naranjeros de Xerta, los que vendían cántaros y botijos de Pinell de Brau, “l´home de la llum” de Maella, los afiladores de Galicia y los Reyes Magos de la “Caseta dels moros” porque eran de Favara. De Zaragoza venía un predicador para las fiestas y unos comediantes que se hospedaban con derecho a cocina. Y de Caspe un fotógrafo, también para las fiestas, y el cobrador de contribuciones el día menos pensado. Pero las relaciones comerciales se mantenían especialmente en catalán y con los catalanes. Y eso es lo que pasaba y pasa todavía hoy en todos los pueblos de la Franja. También pasaba lo que hoy pasa: que los aragoneses nos entendemos aquí con todos los forasteros y cambiamos de lengua cuando es preciso.

     La Franja, llámese como se llame, no es una frontera. Es más bien un puente y una puerta abierta en el campo. Separar las dos orillas, levantar el puente, es una atentado contra la Franja. Lo mismo que cerrar la puerta, que solo sirve para celebrar el paso de la historia: como un arco de triunfo, que se destruye cuando se cierra. La Franja no solo media entre Cataluña y Aragón: es la costura de España, No es un remedo, ni un remiendo, sino una mediación y una oportunidad que deberíamos aprovechar para construir aquí -¿dónde si no?- un ámbito de convivencia cada vez más amplio. Aragón es para los aragoneses un destino y no solo un lugar, es la circunstancia donde existimos y , solo desde aquí, estamos en España, en Europa y en el mundo. Si eso es Aragón para los aragoneses, con mayor razón ha de ser la Franja -las dos franjas- ya sea del Ponent o del Salient según se mire, la ocasión que podemos perder o ganar todos nosotros.
     Por supuesto los de la Franja nos entendemos con cualquiera que haya nacido por ejemplo en Bonansa, en Alcampell, en Zaragoza y hasta en Ripoll siempre que hable “clar i català” y con ánimo de llegar a un entendimiento. Josep Antoni Durán i Lleida ha dicho que "es malo para España no tener a Catalunya y es malo para Catalunya no tener a España". Lo entiendo y lo celebro. ¿Por qué no tomamos la palabra los vecinos de ambos lados de la Franja para denunciar el despropósito de hacer un remiendo donde podría hacerse un bordado? España no es una a piel de toro ni una túnica inconsútil, se parece más bien a un “password”. Existe salvando las diferencias, se destruye si las perdemos. Hay una identidad contra los otros, que es perversa. Y otra frente a los otros, que es necesaria y enriquecedora. Porque la vida es convivencia, conversación, participación,comunicación y buen rollo: humanidad que nos hace humanos, y no egoísmo que nos hace extraños. Y unos bárbaros, si no nos hablamos.

José Bada
Del Consejo Superior de las Lenguas de Aragón
Publicado en "El Periódico de Aragón" el 29.11.2012

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